G minus & The Infinite SadnesS

C. (Ley de vida II)

Tú no me has visto. Escondida detrás de una maraña de gente que no se mira, detrás de mi flequillo, detrás de unos cuantos años. Tú no me has visto, y en parte me alegro, no sé qué cara tenía en ese momento. Yo no he creído verte. No he querido creer que eras tú. Tengo todavía tu imagen idealizada de niña monisima en la cabeza, con coloretes en las mejillas, con una constante sonrisa Profidén en los labios, con el uniforme del colegio, con el baby. Con 10 años. Con 11 años. Con 12 años. Eras mi niña pequeña, mi protegida. Recuerdo el día en el que esa chica que me sacaba un cuerpo y dos cabezas se metió contigo y volvió llorando a su casa. Recuerdo el día que escuchamos Jarabe de Palo por primera vez (cuando eran buenos), cuando me cantaste Grita. No sé si lo sabes, pero ahora no puedo escuchar esa canción. Creo que tiene algún tipo de maldición o algo así. Recuerdo cuando nos hicimos un poco mayores y descubrí que podía sentir celos de la payasa esa de tu clase que anunciaba el Tulipán porque se acercaba demasiado a ti. Y no eran celos de que me gustases o nada parecido, eran celos por miedo a que alguien más descubriese que, si hay gente a la que el corazón no le cabe en el pecho, a ti no te cabía en todos los pechos del mundo. Mi niña pequeña, defensora a su vez las todavía más pequeñas. De las niñas de 3 años que jugaban en el patio de arena. De Ana, esa niña en concreto a la que íbamos a ver todos los días. La que tenía cicatrices en la cabeza y nos contaba (como podía el angelito) que se las hacía su mamá porque se portaba mal. De Belén, que no tenía 3 años, pero lo parecía. Tú, que me escribiste un día que te robé el sol del corazón. Y aún hoy sigo sin entenderlo. Tú, que has cruzado corriendo la Puerta del Sol, mirando el reloj. Andando como podías con esa mini mini mini falda que llevabas. Que supongo que a estas horas estará tirada en el suelo de algún cuarto que no es el tuyo. Pero tú no me has visto. Y me alegro, porque he sentido miedo. Y lo hubieras notado. Miedo de no poder protegerte de todo lo malo. Miedo de no saber en qué te has convertido. Miedo de no formar parte de tu vida. Miedo de que tú no lo formes de la mía. Miedo de que eso se quede sólo en una anécdota. Miedo porque en el fondo sólo eres una chica del colegio que me besó en medio del patio la fiesta de fin de curso de octavo y me pidió llorando que no hiciera más espiritismo. Miedo porque hasta hace unos meses eras la persona que más gilipolleces me había aguantado (ahora estás en segundo lugar). Miedo porque yo sólo seré una chica del colegio con la que jugabas a las Spice Girls. Pero no me has visto. Y en el fondo me alegro. Porque no sé si tendría algo que decirte, algo que no confirmase que has cambiado mucho más de lo que yo puedo llegar a entender viéndote como te veo, como la niña de 9 años que me venía a buscar a clase todos los recreos y que me esperaba en las escaleras del comedor al medio día. Pero tú no me has visto. Y a lo mejor yo también he cambiado mucho. Más de lo que tú podrías entender si me sigues viendo como esa niña rarita del cole con la que tenías tanto en común y con la que contabais historias de miedo y de monjas muertas que dejaban rastros de sangre. Pero tú... tú no me has visto.

Hoy quiero: Que determinadas personas no crezcan nunca...
La canción del día: You stole the sun from my heart de Manic Street Preachers.
La frase del día: "Si ya se pueden casar las personas del mismo sexo, para cuándo las personas con el arroz frito?"
La tira del día: