G minus & The Infinite SadnesS

Sobre pieles

Hace años que me pregunto qué narices eres. Si una loba con piel de cordero, un cordero con piel de loba, una loba sin más o un corderito (que, fíjate, no me pega). Seas lo que seas, tienes engañada a la mitad de la gente que te conoce. Por igual unos me dicen que loba y otros que cordero. Yo, que no me suelo dejar influir, quise conocerte (no me quedó más remedio cuando quisiste veranear conmigo y con mis amigos). Y sigo sin saber qué pensar. Empezaste bien, lo reconozco, MUY bien. Pero porque primero me entraste por los ojos (soy humana, vale?). A tí fue a la primera persona a la que estuve a punto de revelarle mi secretito. Aunque después de leer lo que leiste en mi móvil, no creo que te quedasen muchas dudas. Te dejé venir a mis rocas, beber tequila en mi bar, bañarte en mi playa y escalar mi montaña. Te conté todo el lío del que sólo sabía algo la que estuvo presente esa noche. Te di carta blanca para escribirla una noche. Vale, el tequila que te dejé beber era el que yo ya no pude asimilar. Te dejé pasear conmigo por mi playa mientras atardecía y te contaba mil cosas. Te dejé abrazarme más de cinco segundos. Te dejé, en definitiva, participar del micromundo que somos mis amigos y yo. Cuando volvimos a Madrid yo estaba convencida de que eras de las mejores personas con las que me había cruzado nunca. Y además, hacías feliz a mi mejor amigo. Luego mis amigos, que no estaban para nada influidos por nadie (yo sólo les dije que eras de mi colegio), me decían muchas cosas sobre tí demasiado parecidas a los rumores que había por clase. Ese fue, probablamente, el mejor verano de mi vida. Mucho alcohol, muchos fuegos artificiales, muho Bryan Addams y mucho Maná. Lo que le gustaba a ELLA. A él, le siguió uno de los peores años. Mucho insomnio, mucho desconcierto y muchas lágrimas. Cómo nadie quiso darme una versión de lo que estaba pasando de verdad, no supe si todo lo montaste tú o lo intentaste evitar. Loba o cordero. Cada vez las cosas apuntaban más hacia tí. El verano siguiente quisiste repetir y yo no tenía ni ganas de quejarme ni de mandarte a la mierda. Hablamos mucho. Me diste tu versión. Quieras que no, era (y es) la única que yo tenía. No podía hacer nada más que creerte. Me sacabas de las discotecas para secarme las lágrimas que no sé si por tu culpa seguían saliendo. Te ofreciste a ayudarme a aclaralo todo, pero el caso es que no lo hiciste. Y yo ya no me fiaba de nadie. Y menos de tí. Ahora vais a clase juntas, y sigues sin decirle nada. Pero ya da igual. Por extraño que nos parezca a todos (a mí la primera), eso ya no es lo que me importa. Las dos últimas veces que te he visto no te he preguntado por ella. Creo que te ha extrañado. Parece que tenías en la boca preparado el "Está bien, como siempre". Ahora lo que pienso cuando te veo en el bus es que no sé si tengo ganas de ahogarte o de que me des un abrazo como el de esa noche en la puerta del Caracol. El caso es que por mucho que yo haga como que no te he visto, siempre me saludas tú. No sé. Anoche, cómo una premonición de que iba a verte hoy, escuché una frase en la radio:

Qué quieres que te diga, se me vino tu imagen a la cabeza.

Hoy quiero: Que no me importe lo que seas y que se acabe todo esto pronto.
Canción del día: Aunque tú no lo sepas de Enrique Urquijo.
Color de ojos hoy: Verde clarito.